Damos primacía a las personas
Muchas veces el derecho se confunde con los derechos patrimoniales. Es el derecho de las obligaciones, los derechos reales, el derecho de arrendamiento, y también los derechos sucesorios. Incluso en esta rama del derecho la perspectiva de defensa de las personas es olvidada muchas veces. Por ello, de entrada, destacamos los derechos de la personalidad, el derecho de familia, el derecho de menores y los derechos de los ancianos e incapacitados.
La realidad de la vida hoy en día es brutal y despiadada, tanto por la rapidez de los acontecimientos, como por la presión de las circunstancias, bien por la frialdad de las relaciones y por la falta de tiempo, o bien por la exigencia profesional, por el aumento de los riesgos corridos, por todo, en fin.
Las relaciones familiares se degradan, los problemas aparecen. Los accidentes ocurren y las desgracias cada vez son más responsables de provocar víctimas. La edad avanza y surgen las dificultades e incapacidades. Para resolver esto, no siempre prevalece el sentido común. Ni siempre el Estado está ahí. Ni siempre otros asumen sus responsabilidades. Es necesaria la intervención de la ley y del derecho.
El recurso de los tribunales es obligatorio. Y siendo así, es imprescindible un abogado para mejor conocimiento de los derechos, ejercer las prerrogativas legales e intervenir adecuadamente en la solución extrajudicial, si es posible, y en el archivo y seguimiento de los procedimientos, cuando sea necesario. ¡Es la vida!
Pero, en la vida, como casi todo lo que importa, es esencial no estar solo; no estar solo en los momentos difíciles, en las horas de sufrimiento, en los momentos de fragilidad, en tiempos de conflicto y en situaciones de incapacidad.
Contacte con un abogado. Busque consejo. Todo se puede solucionar o tratar con rigor, propiedad y seriedad. Independientemente de la dificultad o sensibilidad del asunto.