Damos primacía a las personas
Las personas existen, Las personas existen, y porque existen las personas, es necesario que todas cooperen. Por eso nacen los Estados, las ciudades, las sociedades civiles, las empresas, las asociaciones, las fundaciones, los grupos de sociedades, etc.
Porque existe el hombre, y el hombre es una criatura permanentemente insatisfecha, existe la ambición y la capacidad de criar, innovar y emprender. La organización hoy no prescinde de reglas de derecho. El derecho regula todo, pretende prever todo, informa e impregna todo. Pero la vida consigue ser mucho más rica, imprevisible y sorprendente.
Hay normalidad y hay patología.
Normalmente, las empresas nacen, crece, viven y mueren; las sociedades se constituyen, se alteran, se transforman, cambian de manos, se unen, se casan, se escinden, se extinguen.
Normalmente, los negocios fluyen. Muchas veces la palabra es suficiente. Otras veces, el contrato se escribe. La forma es esencial. La previsión es fundamental. Las consecuencias están atendidas. Se sopesan los riesgos. Normalmente, los contratos se celebran y se cumplen; los vínculos se mantienen, las relaciones duraderas se cimentan, las relaciones de trabajo y societarias, por ejemplo, se desenvuelven en armonía y con ventajas para ambas o todas las partes. Y muchas veces eso sucede porque la intervención esencial del abogado fue precoz, de carácter preventivo, y disuasorio de conflictos.
Ya en la patología todo se complica. El abogado, el mediador, el árbitro y el juez ya no son esenciales, sino imprescindibles. Es necesario superar obstáculos psicológicos, económicos, legales, procesales, administrativos, registrales y burocráticos. Es necesario salvaguardar lo esencial, pero no descuidar lo accesorio; es importante establecer estrategias, pero no dejar de manejar en el terreno, es necesario definir actuaciones tácticas, sin olvidarnos del objetivo final.
Ya sea en los dominios del derecho societario, ya sea en los del derecho bancario o financiero, ya sea en las materias fiscale, civiles, comerciales o laborales, lo esencial es entender que se puede o no lograr, con que medios y pensando bien los costes/beneficios. El derecho es un instrumento, una herramienta, un remedio, un paliativo; la ley es parte de la solución, no debe ser parte del problema. Pero hay límites…
Y, por eso, para un diagnóstico correcto y para la terapéutica adecuada – sin dolor o con un mínimo de sufrimiento, el apoyo de un abogado es esencial. Piénselo ahora, porque después, infelizmente, puede ser más difícil o, incluso, demasiado tarde.