Damos primacía a las personas
En momentos de gran inestabilidad y de más incertidumbre todavía, la gestión del patrimonio personal o de la actividad de una sociedad mercantil, de pequeña, mediana o gran dimensión, o hasta incluso la preparación o conclusión de cualquier negocio aislado latu sensu, requiere un liderazgo especialmente determinado, muy sólido, pero simultáneamente claro e inmediatamente preventivo de riesgos económicos y jurídicos. Hay reglas para los instrumentos financieros clásicos, para los valores mobiliarios, para los seguros, para los créditos más simples, créditos hipotecarios, al consumo o a la vivienda, etc., o para los más complejos, créditos documentarios, exportaciones, operaciones de financiación de ámbito de reestructuración, adquisiciones o fusiones, etc.
Si el riesgo es, en regla, el componente predilecto de los contratos bancarios, de las inversiones y de las empresas más rentables – razón por la cual se vuelve tan apetecible y tentador – es verdad que el universo de decisiones a tomar en el ámbito empresarial implica un conjunto ramificado de realidades, como el riesgo de tipo de cambio, de situaciones jurídicas dependientes, como el aval y la fianza, que hacen prudente un espíritu de cautela, reflexión y consideraciones previas, permitiendo así una toma de decisiones más acertada. Hoy cualquier decisión exige la ponderación de variables que no dominamos o que no dominamos completamente. Todos dependemos de terceros, pero ya no es fácil predecir comportamientos futuros y escenarios posibles.
Los instrumentos financieros se vuelven cada vez más complejos y no hay matemático que se les resista en materia de imprevisibilidad de los mercados. Los grupos de sociedades cada vez más tienen reglas específicas y actúan en red. Hasta los competidores cooperan en consorcios y agrupaciones complementarias de empresas para grandes negocios u obras del régimen. La actividad bancaria esta hoy reducida a un conjunto de burocracia interna que aplasta la creación del valor. Los nuevos contratos de leasing mobiliario e inmobiliario, de franquicia, de agencia, de distribución, de factoring, alquiler a largo plazo, ya no son suficientes para responder a las múltiples necesidades empresariales.
La creciente competencia, la emergencia de economía digital, el aplastamiento de los márgenes de beneficio, las crecientes dificultades de financiación interna, así como la escasez de liquidez, de los Estados y de los mercados, impulsa a los empresarios y a aquellos a los que les aconsejan que sean creativos, inteligentes, emprendedores, y también más cuidadosos que asuman cada vez mayores riesgos, pero también que se ocupen de prevenir mayores pérdidas u otros problemas.
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